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¿Qué vas a hacer con el tiempo que te queda?


Estamos a un mes de que se acabe el 2019, a un mes de que se acabe una década entera, un mes para iniciar un nuevo ciclo y este año, al contrario de muchos otros años anteriores, me doy cuenta de que no estoy esperando a que termine el año, no estoy ansiosa de que “ya se acabe esta racha” ni estoy en el pensamiento mágico de que, al cambiar el año, cambiará mi vida, por el contrario, hoy me encuentro en este espacio sagrado dentro de mí donde puedo ver que este año hice crecer los frutos de cada una de las semillas que he cosechado (las semillas de luz y las de la oscuridad también), donde puedo sentir el impulso creativo que ha venido para sacarme de esas viejas “malas rachas” (aunque ese impulso muchas veces venga disfrazado de problemas o dolor) y donde puedo sentir y reconocer que cada día estoy eligiendo voluntariamente cambiar mi vida y por tanto, cada día es ahora el primer día de un año completamente nuevo.

Este fin de año he elegido no detenerme, no esperar a que cambie el año para cambiar las cosas, no esperar a formular 12 deseos para empezar a cumplirlos y sobre todo, he elegido no esperar a que se abra el portal del cambio para pasar a través de él, y esto lo he elegido gracias al dolor.

Verás, esta Navidad será la primera Navidad que pasaré lejos de mis hijos. Durante unos días estuve tentada a sumirme en el dolor y la tristeza de no tenerlos ese día, quería tirarme a la víctima, enojarme, deprimirme y detenerlo todo para llorar la separación desde ahora, hasta que vino una pregunta a mi mente que lo cambió todo: ¿qué regalo puede ser esto para mí? Con la pregunta apareció inmediatamente la respuesta y apareció también el regalo.

Mis hijos no son míos, son de la vida, pero mío es el amor que les tengo y es por ese amor, que cada día recuerdo que yo tengo que amarme primero, que tengo que prosperar primero, que tengo que ser feliz primero, que tengo que vivir primero para poder pasar la vida hacia ellos y hacia todo lo que nos rodea. Tengo que entregarlos a la vida y dejar que la vivan a su modo, aún cuando eso implique que estén lejos de mí, porque sólo de esa manera puedo hacer espacio para crear más vida para ellos, para mí y para ti que me estás leyendo. Cambia la palabra “hijos” por lo que tú quieras, pareja, trabajo, familia, dinero, seres queridos que ya partieron, proyectos que no se dieron o que aún no se dan. Tus hijos son aquello que amas, aquello en lo que pones tu energía, tu atención y tu intención de hacerlo crecer con tu amor, pero tus hijos no son tuyos, no son algo que viene a ti para que te apropies de ello, son algo que pasa a través de ti para que lo pongas al servicio de la vida, su propia vida; tú les ayudarás a labrar el camino y a construir los cimientos para que la vivan con la luz, la abundancia, la integridad, la congruencia y el amor que vienen de ti, pero no son tuyos, no están a tu servicio, están al servicio de algo más grande que tú, tal como tú estás al servicio de la vida misma.

No sé para ti, pero para mí este año fue un año de entregas, entregar a Dios y a su infinita consciencia a todos y a cada uno de mis hijos (mis hijos biológicos, mis proyectos, mis conductas, mis patrones tóxicos, mis creencias y miedos, mis relaciones, mis amistades, mis seres queridos y hasta mis mascotas) y entregar quiere decir soltar, dejar que cada uno sea lo que es con el camino que a cada uno le corresponde, sin necesidad de cambiar o controlar nada y, en el proceso, permitirte a ti ser lo que estás eligiendo ser a cada instante en relación a ellos, y entregar o soltar no es un acto de fe, es un acto de convicción, la convicción férrea que viene de un impulso interno, de un fuego que arde por dentro pero que no quema ni destruye, sino que combustiona y activa en ti un gran y poderoso deseo de moverte, de salir de donde estás, de reinventarte y de volver a tomar la vida con las dos manos y con todas tus fuerzas para volver a empezar o para continuar lo que habías dejado.

Ese impulso es el que nos mueve a la mayoría de las personas cada Año Nuevo, cada cumpleaños y cada fin de ciclo; ese impulso es el que te hace contar los días que faltan para que termine el año, el que te lleva a escribir tus metas y propósitos para el siguiente, el que te da la convicción y la ilusión de elegir algo diferente para ti, para tu cuerpo, para tu economía, para tu corazón y para tu vida. La buena noticia es que no tienes que esperar a que termine el año para sentir ese impulso, la mala noticia es que cada día que pasa sin que los sientas y sin hacer algo con él, es un día más que sigues sin entregar a tus hijos y sin entregarte tú a la vida y si no te entregas a ella, la vida no puede vivirte, no puede crear a través tuyo, no puede darte nada nuevo y no puede reinventarse a sí misma a través de ti. No puede porque no la dejas, porque tú mismo la estás deteniendo, porque estás esperando que pase el tiempo en el calendario en vez de adueñarte del tiempo y usarlo a tu favor.

¿Qué vas a hacer con el tiempo que te queda? Hoy, no el primero de enero, puede ser el día en que elijas ponerte a dieta, empezar tus proyectos, cambiar tus hábitos, elegir tu camino, dejar esa relación, abrirte al amor. Hoy, no el primero de enero, puedes decirle “a-Dios, gracias” a todo lo que ya no te sirve. Hoy, no el primero de enero, puede ser el día en que le abras la puerta a todo lo que quiere ser vivido y creado a través de ti.

¿Qué regalo maravilloso puede ser para ti este tiempo que queda de 2019 que no te estás permitiendo recibir bajo el pretexto de “no estar listo”? ¿Qué puedes entregarle hoy a la vida para que lo ponga al servicio del amor? ¿Qué puedes empezar elegir desde hoy que te permita empezar a crear el año y la vida que quieren ser creados, vividos y gozados a través de ti? Sólo 31 días…puedes restarlos de tu vida o puedes añadirlos a la vida que está pasando a través tuyo y a las posibilidades infinitas que el universo te está presentando desde hoy.

Es tu año, es tu vida, empieza a vivirla y a recrearla desde hoy para que el próximo año, más que un nuevo inicio, sea la continuación y la cosecha de todo el amor que has sembrado hasta ahora y para que el primero de enero del 2020 sea el día en que puedas decir: "Gracias vida por todos los milagros que veré realizados este año gracias al amor que me movió durante el 2019".


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